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El Estado al servicio del capital: como hacer coincidir el modelo laboral con el educativo para maximizar ganancias

La fórmula de Rodríguez Larreta de una educación al servicio de la empresa, copia del modelo chileno que generó el estallido social en el país trasandino.

Por CARLOS CRUZ
Para URRBANAVE, 10/12/2021.

A partir de 2022, la pomposa “escuela del futuro” de Rodríguez Larreta (que junto a Acuña siguen sin explicar al futuro de quién se refiere) obligará a todos los estudiantes de quinto año de escuelas públicas y privadas a realizar prácticas laborales, sin remuneración, a lo largo de más de un mes del año escolar. No lo consensuó con el Ministerio de Educación de la Nación, tampoco con los docentes y sus representantes, ni hablar de los alumnos que deberán realizar las “prácticas” … sí lo consensuó con la Unión Industrial Argentina y su presidente, el lobista Daniel Funes de Rioja, con quién analizó tiempo atrás la agenda económica y los proyectos en materia educativa.
Hablamos de 29.400 alumnos que dedicarán 120 horas cátedra (digamos de 40 minutos cada una) a esta actividad, que quedará exenta no solo de una remuneración, sino que tampoco generará cargas sociales para que quien las lleve a cabo aporte para su jubilación futura. Nada entonces para ANSES, tampoco para obras sociales y sindicatos.
Haciendo sencillos cálculos, imaginando que los alumnos debieran cobrar más no sea el salario mínimo (para ese entonces $33000), con 200 horas mensuales, daría una hora de un valor de $165.
Si calculamos la hora escolar y la llevamos a una hora reloj, nos daría que cada alumno destinaría 80 horas a la empresa en cuestión. Por ende, la empresa se ahorraría $13.200. Si lo llevamos a los 29.400 alumnos, hablamos de 2.352.000 horas de trabajo gratuitas con un ahorro en salarios de algo más de $388 millones anuales. ¿Lindos números, no es cierto?
Al anunciar este regalito al que se apresuraron a anotarse 265 empresas amigas como Pampa Energía (Mindlin), la multinacional Accenture, el Centro Médico Stamboulian, entre otras cuya lista aún es un misterio, la Ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, ante la consulta por la oposición de los gremios docentes, afirmó que “… no creemos que vaya a haber una resistencia real de quienes son los interesados, que son las familias, los jóvenes y los docentes”, concluyendo que “la idea es armar proyectos educativos, no pasantías porque van con un objetivo de aprendizaje específico”. Todo hermoso, pero al hablar de los “jóvenes” miente porque nada dice de la oposición de los centros de estudiantes de los colegios públicos de la ciudad. Y además, la categorización de “proyectos educativos” con la omisión de llamarlas pasantías, tiene el objetivo de asegurar la gratuidad del sistema a las empresas favorecidas, algo que está estipulado en los convenios, en cuyo articulado expresa que “En ningún caso las actividades a desarrollar por el alumno supondrán relación laboral entre éste y LA INSTITUCIÓN EXTERNA ni entre el alumno y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires…”.
La respuesta gremial fue inmediata: “Desde el Ministerio de Educación (porteño) impulsan el trabajo precarizado y la escuela no tiene ese propósito. Tendrían que estar trabajando en la orientación e inclusión de los estudiantes en los circuitos de educación superior”, declaró Angélica Graciano, de UTE-Ctera. “Los objetivos de la educación secundaria son tres”, se apuró en agregar López: “Formar hombres y mujeres libres, críticos, socialmente responsables, con centralidad en el conocimiento. Dos, formar para el mundo del trabajo. Tres, formar para la universidad. Eso está estipulado en la ley de educación nacional. La escuela ya forma para el mundo del trabajo. No es nuevo. Está en la legislación nacional y en la práctica concreta de las escuelas. Ahora, una cosa es formar para el mundo del trabajo y otra es que los chicos dejen de estudiar en quinto año para ir a hacer trabajo precarizado a las empresas”.

También opinó el abogado laboralista Luis Ramírez, quien recordó la expectativa que en los años del menemismo generó el régimen de pasantías, que prometía asegurar ventajas de capacitación e inserción laboral para los jóvenes participantes y terminó siendo un mero camino para prácticas de precarización y fraude.
El presidente de la UIA es conocido por su militancia por las reformas que aseguren la flexibilización laboral, y no fue hace mucho que también coincidió con Rodríguez Larreta en otro proyecto orientado en esa dirección: modificar el actual régimen de indemnizaciones por despido para trocarlas por un seguro que permita a las empresas mayores facilidades para hacer despidos y rotar su personal.
Ahora, la cuestión es orientar hacia la flexibilización desde la es-cuela. Una escuela que ya en tiempos de Esteban Bullrich quería ser espejo del modelo chileno, un horizonte nefasto para nuestro modelo de escuela pública, laica, gratuita y obligatoria.
“Los chicos de quinto año de la secundaria y de sexto de las técnicas tienen que estudiar y no deben ser mano de obra barata ni peones precarizados de empresarios amigos de Larreta. Formar para el mundo del trabajo, sí. Precarizar estudiantes, no. Por eso vamos a luchar junto a la comunidad educativa para defender el derecho a la educación de nuestros alumnos”, insistió Eduardo López, de UTE-Ctera.
El proyecto de Larreta (y de todo el PRO) no es algo de coyuntura. Es parte de su pertenencia al poder económico cuyo proyecto se basa en avanzar sobre los derechos de los trabajadores. Un modelo pensado en la inestabilidad laboral, la flexibilidad interna, y todo lo que sea necesario para que estas empresas puedan cambiar las condiciones a su antojo, de acuerdo con sus necesidades de productividad, su manera de hablar de maximización de ganancias sin importar la salud ni la vida de sus trabajadores
Hay que pelear por la derogación de esto hasta las últimas consecuencias. Es la lucha por el futuro de nuestros hijos y nietos.
Por el futuro de Argentina.

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