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Argentina busca reconstruir la masacre de Napalpí en la búsqueda de justicia, verdad y la reivindicación histórica de todo un pueblo hasta hoy olvidado.

por CARLOS CRUZ

El testimonio de una sobreviviente activa un juicio por la verdad sobre la matanza de 500 personas de origen qom y mocoví ocurrida en 1924.

Rosa Grilo tiene hoy más de 100 años. En realidad, no sabe exactamente cuántos tiene, pero lo más importante en este momento es que si recuerda que siendo una niña, el 19 de julio de 1924, su vida cambió para siempre. Recuerda bien también el ruido del avión que volaba bajito y que iba dejando caer a su paso caramelos hacia el monte achaparrado. Y también tiene en su mente el peor de todos esos recuerdos: el momento en que los integrantes de su comunidad corrían tras ellos, les disparaban con una ametralladora. “Pensaban que era mercadería”, cuenta. Y también cuenta como su “abuelito” -suena tierno cuando lo dice desde sus 100 años, la manera en que mantiene ese recuerdo de su abuelo, que la vuelve niña otra vez- les decía que “… no vayan, porque ese está llevando la bomba, vamos a huir’. Y así, con la sabiduría de su abuelo por su conocimiento de los “gringos”, se salvó de la masacre y huyó. Y mientras lo hacía, veía que quienes fueron a buscar la mercadería, caían bajo el fuego de la metralla… una cacería criminal, malvada e inhumana por donde se la observe, y que terminó con 500 indígenas qom y moqoit muertos a tiros, o rematados a machetazos. Un verdadero horror que Rosa nunca olvidará. Y su memoria justamente ahora, es la pieza principal de un juicio que puede hacer algo de justicia con las víctimas y sus sucesores. Es como que la justicia preservó en la sabiduría de aquel abuelo a Rosa para que en algún momento pudiese volver… y actuar. Y si llega esa justicia ahora, Rosa podrá saber que su vida tuvo un motivo… un objetivo que la preservó a pesar de las injusticias, el hambre y la miseria que los mismos que jalaban el gatillo siguieron perpetuando con su pueblo hasta la actualidad. Y ese objetivo es dar su testimonio, reivindicar a los suyos y que el Estado se haga cargo de su inoperancia, su desidia, su desinterés… su maldad. Y así, los suyos, podrán vivir un poco mejor.

Así, Rosa Grilo, esa anciana lúcida que vive con sus hijos humildemente en un paraje rural de la provincia de Chaco, se hizo presente con su voz grabada para que se escuche en el inicio de un juicio sin precedentes en América Latina, que intenta echar luz sobre lo ocurrido en aquel paraje argentino perdido en el tiempo. Ya no quedan policías ni terratenientes, ni políticos responsables vivos; lo cual significa que por la tardanza cómplice de muchos, no habrá consecuencias penales, haciendo que no haya verdadera justicia. Pero el juicio sí servirá para que una nueva historia oficial entierre a la aún vigente y falsa, esa que dice que los muertos en Napalpí fueron consecuencia de un enfrentamiento entre tribus y no una matanza perpetrada por infames terratenientes, que quedó impune gracias a la complicidad policial y a la vista gorda de autoridades políticas locales y nacionales…

La realidad que avergüenza y duele.

En verdad, la masacre de Napalpí comenzó con una revuelta. Pero la revuelta fue contra terratenientes explotadores. Cientos de indígenas de ambas etnias se negaron a seguir trabajando en las plantaciones de algodón de la reducción, por un salario que se pagaba en ropa y vales de comida. Y por ello, tan solo por ello, perpetraron la masacre.

A esta matanza le siguieron meses de persecución a los sobrevivientes que, como Rosa, se habían ocultado con sus familias en el monte. Así lo contó ya entonces el exdirector de la reducción Enrique Lynch Arribálzaga, en una carta que envió al Congreso y que tuvo el mismo recorrido que llevó al olvido la masacre, de igual manera que había hecho oídos sordos a las noticias acerca de la brutal explotación de los indígenas por parte de los terratenientes. En esa esquela Lynch Arribálzaga decía: “La matanza de indios por la policía del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores. Parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio (…), para que no puedan servir de testigos”. Sus denuncias, como era de esperarse, no llegaron a nada. Los jueces respondían a los terratenientes todopoderosos, las autoridades locales también. Las nacionales vivían la presidencia del radicalismo conservador de Marcelo T. de Alvear, que no se iba a enemistar con ellos ni con ninguno similar…

Y así, los sobrevivientes se ocultaron en el monte, nunca volvieron a hablar de lo ocurrido y los terratenientes de la zona celebraron lo que consideraron un proceso de pacificación.

El avión utilizado en la masacre de Napalpí, foto del equipo del etnólogo Lehmann Nitsche.

GIORDANO Y REYERO, VISIBILIDADES E INVISIBILIDADES EN TORNO A LA MATANZA INDÍGENA DE NAPALPÍ
(CHACO, ARGENTINA). LA FOTOGRAFÍA COMO ARTIFICIO DE AMISTAD, P. 92

Pero hace 15 años, Juan Chico, un qom formado como historiador, decidió revolver ese pasado… que parecía enterrado. Y luego de crear la  Fundación Napalpí (*), comenzó un periplo que lo llevó a golpear las puertas de decenas de despachos oficiales,

Y también contó con los aportes de distintas investigaciones que se realizaron desde el CONICET y que resultaron fundamentales en la instancia judicial. A través de testimonios y documentos que constan en la causa, la Justicia Federal tomó como pruebas los resultados de trabajos académicos de diversas disciplinas, como la historia, la antropología y la sociología. Una de las investigadoras que prestará declaración durante el juicio como testigo de conocimiento es Mariana Giordano, del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET-UNNE). Su aporte será a través de pruebas documentales, entre las que se destaca un número especial del diario El Heraldo del Norte, de 1925, que desmantela el entramado del discurso oficial reproducido por la prensa de la época.

“Este órgano periodístico fue el primero que trató especialmente la masacre y que revirtió el discurso de ‘sublevación’ y de ‘malón’ de los medios oficialistas”, adelanta la investigadora. Además, expondrá ante el tribunal los análisis que realizó de las imágenes tomadas por el antropólogo Robert Lehmann Nitsche el día de la masacre, que se encuentran en el Instituto Iberoamericano de Berlin (IAI) y que también fueron aportados como prueba en la causa. Una de esas imágenes (que reproducimos más arriba), señala la investigadora del IIGHI, “muestra un avión con el piloto en la cabina sobre el que se distingue la inscripción ‘2 Chaco’ y delante de él funcionarios, policías con fusiles Winchester y el mismo Lehmann Nitsche, además de vecinos criollos y, en un segundo plano, los indígenas que no se adhirieron a la huelga”.

Y Chico puso el broche de oro al recorrer todo el monte en la búsqueda de testigos. Así logró dar con cinco sobrevivientes, entre ellos Rosa Grilo y Pedro Valquinta, un moqoit fallecido en 2015 a los 108 años.

La voz de Valquinta (también grabado en video) sonó ante el tribunal. “Tengo 105 años, no me acuerdo que año era, yo tenía 12 años o 10. Había muchos ricos nuevos que estaban cortando el bosque. Y a los mocovíes los mataban. Y ahí les disparaban. Llegaron mocovíes a trabajar y ahí los mataron, les mandaron los policías”, dice en un vídeo grabado en 2012.

“Demasiado quiero verle a Cristina porque ella ayudó mucho a la gente acá”, dijo Rosa Grilo. Por eso no titubeó en aceptar la invitación de Juan Chico y la Fundación Napalpí para subirse a un avión junto a su hija Lunchi, que la acompaña desde siempre.

Y luego Rosa, la única sobreviviente… la que estaba destinada a ser quien le diera justicia a su pueblo y su historia. Esa misma historia que se repite en todo nuestro país y que, como casi siempre, la oligarquía argentina se encarga de torcer para poder seguir ejerciendo su poder… porque las formas de la oligarquía cambian, pero sus métodos permanecen inalterables, como esos castillos de piedra… Esperemos que los espíritus de Napalpí derriben una de sus torres.

 

 

(*) Si tenés información, querés colaborar o simplemente informarte del día a día del juicio, la Fundación Napalpí tiene un facebook, que es: 

https://www.facebook.com/fundacionnapalpi/

También, si querés comunicarte por teléfono: 0362 470-0849

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