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Argentina, el gobierno y la hora de los bifes.

por CARLOS CRUZ

El país y las instituciones están en un momento de peligro real. La oposición quiere todo para llegar a su sueño de dominio social basado en la desigualdad y la sumisión popular. Tiene a los medios, la Corte, la Procuración, ahora el Consejo de la Magistratura, forma parte del nefasto círculo rojo… Las únicas barreras que pueden contenerlo son el pueblo movilizado y un gobierno que de pelea real a través de decisiones audaces a favor de una mayoría que lo votó dos años atrás y hoy le da la espalda por su inacción. Es ahora… o nunca.

Podríamos decir que la Argentina de hoy puede ser de todo… menos aburrida. En estos últimos siete días pasó de todo y para todos los gustos.

Pero la realidad es que, más allá de algún gesto espasmódico de parte del gobierno, el poder real podría decirse que casi ha logrado un dominio absoluto de los hilos que mueven al país: un poder Ejecutivo debilitado que no reacciona ante los embates que le propinan; jueces que todos saben al servicio del círculo rojo y fiscales que los acompañan en su tarea, en ambos casos mostrándose intocables ante la debilidad y la inacción del oficialismo; otro tanto si vemos la cúpula judicial donde tanto la Corte Suprema, el Procurador como ahora el Consejo de la Magistratura han sido tomados por asalto. Y todo esto a pesar de que el gobierno sabe que tienen la peor imagen posible entre la gente, y que cuenta con la movilización popular (que siempre temió utilizar para evitar una confrontación que hace rato se muestra inevitable) como mayor capital… pero desmotivado e inmovilizado por el propio espacio gobernante.

Si a esto le agregamos al poder económico concentrado en muy pocas manos, que patea en contra del gobierno (y por ende, del país) aún desde antes de su asunción, que produce corridas cambiarias, lockouts patronales, produce inflación siempre con una causa distinta que no se atiene casi nunca a la realidad y solo explica mejor la calamidad de su propio poder de concentración. Porque si no es por el dólar, que ellos mismos hacen subir hasta las nubes, es por la emisión aunque no exista, la guerra que a miles de kilómetros no es motivo suficiente… quizá tan solo para dejarnos ver su egoísmo absoluto y su falta de empatía hacia este país. Cualquier cosa sirve, total… Si el dólar baja, los precios no; si las materias primas (hoy commodities) lo hacen, tampoco. Y si se reduce la base monetaria porque se absorven pesos y se detiene la emisión, ni loco bajan la leche, el acero laminado o el pan. No importa el sufrimiento, el hambre, la miseria. Les alcanza con decir que la culpa la tienen… los pobres, los que la pasan mal con sus injustificables aumentos… Es que la verdad es que están así por vagos, por choriplaneros, por votar como ellos no quieren. Y pobres… siempre hubo pobres, y los va a seguir habiendo. Es lo “natural”, y dicen que nunca va a cambiar para que se genera una autoprofecía… una verdad absoluta.

Para eso tienen a sus títeres vestidos de economistas recorriendo canales, radios, diarios, libros, influencers. Y entrevistados por otros títeres disfrazados de periodistas, con su odio bien pago, su sonrisa diez mil dólares de dientes implantados y un bagaje de preguntas estúpidas y silencios aprobatorios de cuanta mentira, infamia o estupidez escuchen. Y bien pagos por los popes mediáticos que a su vez son parte de ese sistema vil y corrupto de poder real… No necesitan votos, ni aprobación, ni modos democráticos. Tan solo ejercer su poder de la manera más fácil y descarnada con la que logran sus fines espurios sin importarles un bledo a quien o quienes perjudicaran para agrandar sus fortunas, sus privilegios, y su posición dominante en la sociedad.

Y así, con la mentira, la quita de derechos, el abuso de poder, la corrupción en todos los sentidos posibles, la injusticia y el egocentrismo, convencen a una gran parte de la sociedad a la que le enseñaron valores casi tan inmorales como los que ellos tienen… logrando por ejemplo que a un tipo (o tipa) que evade y fuga el dinero a una cueva de ladrones en una isla caribeña, lo observen casi como a un héroe en vez de lo que es: un delincuente. Porque para que cada uno de esos cientos o miles de millones de pesos que fugan estos malandras sean posibles, debe haber millones que son despojados de los más esencial que una persona en estos tiempos de tecnología permanente, puede aspirar: una educación para sus hijos, un trabajo digno, una atención médica a tono con los tiempos, una vivienda digna, una serie de derechos sociales que le permitan expresarse a placer… tan siquiera un plato de comida a la mañana, a la tarde, a la noche para él y los suyos. Pero como esto es incompatible con el avión privado, el bronceado permanente, el derroche, la evasión, los millones en el extranjero… no tiene todo esto, a vecés casi nada… o nada. Y es en ese momento tan terrible cuando estos tipos que tienen un salchichón donde debería estar el corazón, en el que no solo no se conforman con su miseria más abyecta, sino que además lo señalan, lo marcan… como un vago, un indeseable, un delincuente. Y entonces deja de ser un desposeído para empezar su carrera como perseguido, y, si no se deja vencer… como delincuente a ser abatido.

Porque no son tan solo los números, sino sus consecuencias. Esa miseria, esa desigualdad que acabamos de describir se entienden en ese 21% de incremento en los alimentos o el 28% en los gastos de educación, ambos en tan solo un trimestre. O el 100% que el Poder Judicial avaló de aumento en las tarifas del cable e internet. O el 55% de inflación anual que ahora amenaza a ser del 60% o más.

Y llega mayo… con los lobos del FMI. Pero miramos con asombro, que los lobos foráneos tienen aún sus colmillos más afilados que los de los burócratas que llegan. Porque hasta esos que bregan por el ajuste desde sus poltronas en Washington aceptan en la situación que atravesamos que exista un gravamen a las rentas extraordinarias… o una persecución a los que se llevaron la plata que les habían prestado para cobrar tan solo sea una parte de lo robado. Es cierto que no lo hacen por sed de justicia, sino porque quieren cobrar los préstamos y sus intereses. Es cierto que sería más justo que el dinero se usara para otra cosa. Pero también es cierto que este pulmotor generaría un hueco en el presupuesto para poder utilizarlo para algunas de esas causas más justas. Y escuche además muchas veces eso de “que la deuda la paguen los que la fugaron”… pues bien, esto es parte de ello, ahora (con perdón de la palabra) no se hagan los boludos levantando la vara hacia el imposible. Una cosa es ser de izquierda (lugar donde me coloco dentro del espacio en el que creo) y otra es tener un kiosco eterno apelando a la blancura dogmática impoluta. En política hay que chapotear en el barro… y no hay guita para comprar botas de agua.

Y el gobierno que dice nos representa… al pueblo, al trabajador, al desposeído que está desocupado, al que sufre, al pequeño comerciante o empresario, al científico… que de una vez por todas nos haga creerlo. Basta de inmovilidad, basta de diálogo sin un interlocutor real, basta de consenso sin contraparte con la buena voluntad para cumplir lo acordado, basta de creer en el poder antes que en el pueblo que los llevó a ese lugar. No se puede esperar más… es tiempo de movilización, de confrontación con quien nos quiere pisotear, de hacer valer nuestros derechos… esos que seis años atrás nos habían empoderado como individuos, como sociedad, como país con un futuro posible.

El mismo que nos “engañaba” dándonos la posibilidad de adquirir televisores, celulares, vacaciones, automóviles… o tener derecho al PROCREAR, el QUNITA, el PROGRESAR, la AUH… o la Ley de Matrimonio Igualitario, o la de Financiamiento Educativo a la par de la de Educación, o la abolición de la Ley Banelco o del Punto Final y la Obediencia Debida. O la Ley de Medios, que Macri desvirtuó por Decreto y la justicia corrupta lo permitió. O la estatización de la AFJP para que el 95% de los argentinos contarán con una jubilación. Volver al sueño del fifty-fifty, de que otra vez éramos dueños de la energía con YPF, o de nuestros cielos con Aerolìneas, de la vuelta del agua en vez del arsénico que nos “regalaba” la francesa Suez. O el orgullo de fabricar satélites o centrales nucleares, o de repatriar un millar de científicos que volvieron a creer en “su” país, o de un ministerio de Ciencia y Tecnología con presupuesto record y múltiples proyectos que apalancaran nuestro desarrollo…

Y por todo eso no podemos esperar de brazos cruzados que Cambiemos, Clarín, La Nación, la “Embajada”, la Corte, los jueces corruptos, las patronales de los grandes empresarios agropecuarios e industriales, los exportadores, nos pisoteen para volver a tener “todo” el poder y concluir su tarea de empobrecer al país para enriquecerse ellos.

Es hora de recuperar y redistribuir las riquezas de verdad con medidas contundentes. Hay que aplicar a rajatabla la Ley de Góndolas, la de Defensa al Consumidor (que siempre se menea amenazante pero nunca se usa), volver a poner en su lugar a la Ley de Medios anulando los vergonzosos decretos macristas. También regular el comercio exterior con cupos, retenciones u otras medidas que se consideren necesarias para asegurar la alimentación del pueblo y los insumos necesarios para el desarrollo del país. No solo hay que alentar el compre argentino, sino que se contemplen beneficios para PyMEs en las compras gubernamentales. Hay que insistir con una nueva Ley de Entidades Financieras, que reemplace a la hecha por el Proceso. Hay que fondear al Banco Nación para generar crédito hipotecario para primera vivienda a las clases medias, mientras se ejecuta el PROCREAR para los que más precisan de este plan. Hay que no tan solo gravar la renta extraordinaria, sino pensar una reforma impositiva integral, hecha por tributaristas y no por recaudadores… con visión de futuro y justicia social. Y, urgentemente, ponerle cepo a la porción de inflación sin causas reales y de una vez por todas fortalecer el poder adquisitivo de los salarios (en negro y en blanco) mediante el otorgamiento de una suma fija que se complemente luego con las paritarias.

Hay mucho que hacer, y poco tiempo para que el pueblo vuelva a creer… pero hay que intentarlo con firmeza y esperanza. No debería haber duda alguna en ello. Y a los que pretendemos cambios de rumbo que no nos corran con la necesidad del alineamiento automático… eso no sirve más que para pasar estos años algo más tranquilos, pero ya entregados. Y la verdad, los que votamos por este proyecto no queremos entregarnos… queremos generar un circuito virtuoso de muchos años más, que nos permita concretar esos sueños que hasta no hace tanto creímos posibles. Simplemente… queremos volver a creer, y vamos a poner todas nuestras capacidades en ello. Lo dicho… hay que tirar toda la carne al asador o los que invitamos en 2019 se van a quedar con hambre.

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