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Con el calor llegan los cortes (y no de carne)

POR EMANUEL GIMÉNEZ

Fueron más de 700.000 usuarios afectados… hogares sin heladera ni ventiladores en un día agobiante… comercios a los que se les echa a perder la mercadería.

Fueron más de 700.000 usuarios afectados… hogares sin heladera ni ventiladores en un día agobiante… comercios a los que se les echa a perder la mercadería… industrias que pierden dinero por el parate productivo… pérdidas, todas pérdidas. Pero de estas nadie habla (o poco y sesgado). Los medios bombardean acerca de la responsabilidad del gobierno con el viejo cuentito del congelamiento o retraso tarifario (otra vez, y van…). Como si Macri no les hubiese dado aumentos de entre el 3500 y el 5500 por ciento según la categoría. ¿Y que hicieron con toda esa guita? Nada… o sí, la colocaron a la rueda de la timba financiera y se llevaron los dólares del país. Como hacen siempre, en realidad, ya no debería sorprender a nadie…

Y si hubo cortes cuando los termómetros rozaban los 39 grados en la Ciudad de Buenos Aires, a los tipos los tiene sin cuidado.

Vuelven a las andadas con sus amigos mediáticos a los que tan bien tratan (y contratan). Nada de celulares si estaban descargados, ni semáforos, ni nada. “Bajaron la palanca”, así veían como “solucionar” el problema, mientras que miles de artefactos de los que cada vez dependemos más y no sabemos por y para qué, dejaran al unísono de funcionar… y este acontecimiento se repetía en toda la ciudad y más allá de la General Paz aún… en especial al norte.

Todos querían saber que pasaba y la respuesta del otro lado del teléfono era la misma: “acá también”. Y si querías alguna información técnica de las operadoras que Menem nos legó y más acá en el tiempo Macri amamantó, olvidate. Una grabación que tan solo dice “estamos trabajando para solucionar su problema a la brevedad”. ¿Trabajando? ¿Para quién? Para mí seguro que no, o no me hubieses cortado medio día (o uno… o tres) la luz si cuando tenías toda esa guita proveniente de la “dolarización” tarifaria hubieses invertido un poco para mejorar la red.

La explicación (más bien excusa) de las compañías fue que se produjo “un accidente externo al sistema eléctrico” que generó un colapso de toda la red. Dicen que en San Martín (ese del Conurbano que supo estar en épocas de Cristina Kirchner cargado de industrias), una línea de alta tensión de Edenor salió de servicio por un incendio en una vivienda en construcción o por la instalación de antenas por parte de una compañía, no saben bien cual, es la versión correcta. Sea una u otra razón produjo la interrupción de la transmisión, con el posterior desenganche de tres máquinas de generación de la usina de Central Puerto.

Esto dicen que produjo a la media hora un efecto catarata que desato la salida de servicio de otra línea de alta tensión desenganchando otras dos máquinas generadoras en la misma central, generando los mencionados 700.000 usuarios afectados.

De esta explicación me surgen dudas básicas: ¿qué hace un emprendimiento privado (sea la construcción de una vivienda o la instalación de una antena) tan cerca de una línea de alta tensión?

Y enseguida… ¿cómo es posible que no cuenten con elementos de seguridad que permitan un corte limitado a la zona afectada sin que se “desenganchen” las líneas y se genere este colapso?

¿Cómo apenas detectado el desperfecto el sistema no se repone en instantes aislando al problema?

Porque Edenor precisó de cuatro horas para recién solucionar el problema de la mitad de los 700.000 damnificados (casi el 25 por ciento de sus más de tres millones de clientes), seis para solucionar el 80 por ciento, y ocho para anunciar (si es que esto era cierto) que estaba ya en un nivel normal de prestaciones.

No hubo concentraciones en las esquinas porque quizá el calor agobiante o el miedo al COVID no lo permiten, pero si hubo mucho movimiento en las redes sociales y, aunque parezca ridículo, los opositores de derecha salieron a querer sacar rédito político de un tema que justamente no los favorece en lo más mínimo. Hasta el propio Macri, en un acto de caradurez extrema, publicó en su cuenta una imagen negra apenas con una leyenda que decía “retuit”, sugiriendo un black out que representara el apagón. El principal responsable del vaciamiento de las empresas de energía buscaba así no explicar nada (ridículamente, como es su estilo) que pudiese ligarlo al tema.

Mariu Vidal, en cambio, siempre con la cara asfaltada, retó a la administración de los Fernández ya que a su entender “cuando no se fomenta la inversión y se pretende barrer los problemas debajo de la alfombra, pasan estas cosas. Hoy estamos, otra vez, frente a cortes de luz que se hacen cada vez más frecuentes y duran más tiempo. Estamos viviendo las consecuencias de los parches y de la improvisación del kirchnerismo que al final lo terminamos pagando todos los argentinos”. Parece que ellos no gobernaron cuatro años… no dejaron que se llevaran la guita… no desregularon todo dejando a la gente indefensa por la falta de controles para estos fugadores seriales. Porque el sector eléctrico fue el más mimado por las desregulaciones y transferencias del gobierno de Macri. El ministerio de Energía estaba en manos de quien tan solo meses atrás había sido presidente de la Shell y los entes reguladores que supuestamente debían hacer un seguimiento de las obligaciones de las empresas fueron vaciados en su función y dejados a cargo de empleados de las propias empresas a las que se supone debían controlar. O sea que tanto Macri como Vidal más que dar retos o consejos, lo que deberían dar son explicaciones sobre lo que hicieron por cuatro años con los recursos energéticos del país, y, además, por las multi millonarias transferencias otorgadas a empresarios casualmente muy cercanos a Macri y a Vidal, todo esto financiado por el estado y los usuarios que padecieron el más brutal ajuste tarifario de la historia argentina. Hoy la cuestión pasa por preguntarnos hasta cuándo nos vamos a dejar robar por empresarios inescrupulosos y sus socios judiciales, políticos y mediáticos. Ya es hora de que la energía sea una cuestión nacional que permita tener un esquema tarifario justo, inversiones adecuadas, un proyecto de desarrollo sostenible que priorice la energía para la producción y no hay otra forma de lograrlo más que estatizar las empresas de generación y distribución, para poder tener un horizonte planificado para los que habitamos aquí… y no para tipos que viven pensando en Caimán o Wall Street.

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