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El gasoducto Presidente Néstor Kirchner comienza a ser una realidad.

por CARLOS CRUZ

Esta obra de vital importancia para el desarrollo argentino, obra a la que todos los expertos declarán “fundamental” e “impostergable”, permitirá un gigantesco ahorro de divisas que mermará la siempre dañina restricción externa de la economía, calculado en varios miles de millones de dólares al año, además de apalancar múltiples inversiones productivas hoy detenidas por la escasez de energía, y desarrollar áreas hoy postergadas industrialmente por el mismo motivo, al asegurar una mayor soberanía energética para el país.

El gobierno, a pesar del tiempo faltante para el vencimiento de la concesión original,  prorrogó por 10 años más la concesión del bloque Cuenca Marina Austral 1 (CMA-1) al consorcio conformado por la alemana Wintershall Dea, la francesa Total Energies y la argentina Pan American Energy.

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Se trata de plataformas off shore de extracción de gas y petróleo en Tierra del Fuego, que, con un total de 260 pozos, que producen cerca de 20 millones de metros cúbicos diarios de gas natural y 883 m3 de petróleo, tenían una concesión pactada originalmente por 25 años, que, a pesar del tiempo ya transcurrido, finalizaba recién el próximo 30 de abril de 2031.

Junto con la prórroga otorgada, el ejecutivo nacional aprobó también el plan de inversiones comprometido con las empresas para sostener la producción diaria de gas: 700 millones de dólares adicionales a la concesión original, que comenzarán a ejecutarse en mayo de 2031 hasta el 30 de abril de 2041.

En otro orden, el presidente Alberto Fernández encabezó el acto en que se lanzó la construcción del nuevo gasoducto Néstor Kirchner, en el yacimiento Loma Campana de Vaca Muerta, en Neuquén. Mientras que la licitación se realizará los primeros días de mayo, la intención oficial es adjudicar la obra en julio, con el fin de que rápidamente esté concluida la primera etapa y pueda inaugurarse en el transcurso del invierno de 2023.

La obra demandará en total una inversión de 2540 millones de dólares y a su finalización se podrán transportar 44 millones de metros cúbicos diarios de gas desde Vaca Muerta hasta Buenos Aires y Santa Fe.

En medio de fuertes vientos, con un escenario montado a la intemperie, el presidente Fernández estuvo acompañado por el gobernador bonaerense Axel Kicillof, el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, el secretario de Energía, Darío Martínez; el presidente de YPF, Pablo González, y la titular de la Fundación YPF, Ofelia Cédola. Mientras que el ministro de Economía, Martín Guzmán, participó a través de un mensaje grabado, pues se encuentra participando de la asamblea del FMI en la ciudad de Washington. Guzmán afirmó que el gasoducto era “el proyecto de infraestructura más importante para la Argentina para los tiempos que se vienen”, ya que “nos va a permitir, con sus distintas etapas, elevar significativamente la capacidad de transporte del gas, y por lo tanto permitir un aumento de la escala de producción de gas en la Argentina, así como lidiar de forma más eficaz con la restricción externa”, concluyó.

El gasoducto unirá la localidad neuquina de Tratayén con la ciudad bonaerense de Salliqueló, al norte de Bahía Blanca, y desde allí está previsto que en una segunda etapa suba hasta San Jerónimo, en el sur de Santa Fe.

En la primera etapa está previsto desembolsar 965 millones de dólares, financiados con recursos públicos provenientes del Tesoro y del Aporte de las Grandes Fortunas. Luego, en la segunda etapa, se deberán invertir otros 1575 millones de la moneda norteamericana.

Los pliegos para la licitación de la obra están siendo concluidos por IEASA, empresa estatal que a su vez tiene la concesión del transporte por un plazo de 35 años. La empresa del Estado ya avanzó con el proceso licitatorio para realizar la adquisición de los caños. Publicó los pliegos y como suele suceder en un país como el nuestro, atravesado por monopolios, Tenaris fue el único oferente. Ahora resta realizar la oficialización de la adjudicación.

La empresa que dirige Paolo Rocca fue la única que se presentó para ofrecer los 670 kmilómetros de caños para el tramo que va de Tratayén, en Neuquén, a Saliqueló en Buenos Aires.

Fuera de la falta de competencia ante el retiro de una compañía China interesada en competir y que se vio complicada por la suba de costos (en especial los fletes y demás logística), la ventaja que ofrece Tenaris es que la licitación se realizó en moneda nacional, por lo que la empresa de Paolo Rocca trabajó en su presupuesto utilizando el tipo de cambio oficial. Ahora, a través del fideicomiso creado y de la ex ENARSA, IEASA, el Estado abonará un monto por adelantado cercano al 38%, comprometiendo a Tenaris a entregar los caños durante el transcurso del presente año. Tenaris hizo una propuesta de 392 millones de dólares para los caños de 36 pulgadas con espesor de 12.7 mm, 7,3 millones para los de 19.1 mm y 7,9 millones para los más finos de 10 mm, el holding de Rocca tiene todo dado para lograr el visto bueno de IEASA y comenzar la construcción a mediados de año. Pero la importancia para Rocca radica no sólo en la venta de los tubos sin costura, sino también en la necesidad de aumentar la capacidad de evacuación del gas de Vaca Muerta, lo que favorecerá sin dudas a su petrolera Tecpetrol, que opera la joya gasífera de la formación no convencional neuquina, Fortín de Piedra.

A pesar de todos los inconvenientes atravesados, freno absoluto del proyecto en la era macrista inclusive, el gasoducto resulta fundamental para el país, ya que permite reducir la dependencia de las importaciones de Gas Natural Licuado y combustibles líquidos como gasoil y fueloil.

Darío Martínez, secretario de Energía, aseguró que, tomando como referencia los precios actuales de la energía, con esta obra se podrán sustituir importaciones por más de 3400 millones de dólares en una primera etapa y más de 6000 millones a partir de 2024, cuando concluya la segunda. Además, es un proyecto de ingeniería indispensable para pensar la soberanía energética nacional, y terminar así de una vez por todas con los cuellos de botella que le genera al desarrollo la escasez de un insumo fundamental como el gas.

Es tal su importancia, que por ejemplo Profertil, la fabricante de urea (fertilizante que tiene al gas como insumo), prevée ampliar su planta con una inversión de US$ 1.200 millones. La empresa pertenece a YPF y a capitales canadienses y su aumento de producción permitiría el reemplazo de las importaciones de Rusia, principal proveedor mundial de urea, clave para las plantaciones de trigo y maíz. El gasoducto Néstor Kirchner permitiría además reducir en un tercio las importaciones invernales de gas de la Argentina, evitar cortes en todo el país y liberar más exportaciones en verano a Chile, Brasil y Uruguay.

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