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La historia de nuestros crotos o linyeras, ¿vos sabés por qué se les dice crotos?

por EMANUEL GIMÉNEZ

En 1924, la Gerencia General del Ferrocarril Sud, de capitales ingleses, alertaba: “La presencia de individuos en las estaciones, de los denominados lingheras, entre los que suelen contarse sujetos mal intencionados o simplemente delincuentes, constituye un grave peligro por los desmanes que cometen en perjuicio de la empresa, lo que el personal debe evitar, no tolerando bajo ningún concepto ni pretexto el estacionamiento de esa gente en las dependencias del ferrocarril” (cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia… ¿O no?).

En esos tiempos, la rancia oligarquía agrícola-ganadera de nuestras pampas, que exportaba casi toda su producción a Gran Bretaña, era dueña no solo de los de puertos, dino también de los ferrocarriles. Y el miedo de la Gerencia General del Ferrocarril Sud, en realidad, no pasaba por esos que llamaba despectivamente “lingheras”(palabra de origen piamontés que los argentinos transformaron después en “linyeras”, personas que a lo sumo hurtaban un poco de carbón, alguna leña, y viajaban de “colados” en los trenes de carga, solo para subsistir.

Lo que en realidad les daba temor a los ingleses era que esos linyeras llevasen sus pequeñas bolsas o “monos”, libros de autores e ideología libertaria (anarquistas, no confundir con los mamarrachos que hoy usurparon su nombre), además de otros autores como Nietzsche y Schopenhauer.

Ahora bien… ¿por qué también a los linyeras les decimos crotos?

Eso es porque bajo el mandato del gobernador radical José Camilo Crotto, se aprobó, en 1920, una ordenanza que permitió a los braceros viajar libremente en los trenes de carga cuando fueran a trabajar a las cosechas, por lo que recorrían el país con textos de Bakunin, Kropotkine y Malatesta. Y así se formó un individuo que era en sí mismo, una nueva manera de vivir, no solo desprendida de lo material, sino amante de la vida errante, bastante individualista, con cierto aire de romanticismo, preindustrial en sus formas, y campo fértil para que se le adhirieran a la piel los postulados de las ideas libertarias.

Un antiguo militante dela vida del croto, Héctor Woollands, hace ya varios años y siendo ya muy anciano contó que “… durante la crisis del treinta campeaba la vocación por el anarquismo, por lo que la FORA, la Federación Obrera Regional Argentina, propiciaba la expropiación: `todo es de todos, y tenemos derecho a tomar lo necesario para subsistir´, decía”.

Y sigue: entonces, si no había trabajo, “antes que cometer la bajeza de pedir limosna era preferible correr el riesgo de salir de noche a manotear alguna gallina, para sobrevivir, no para acumular. Y uno veía también que los delegados de la FORA, cuando salían de gira, predicaban con el ejemplo e iban de crotos en los trenes, no existían los`viáticos´… los tipos atraían también por eso… no eran chantas, vivían como te decían a vos que había que hacerlo… predicaban con el ejemplo”, concluyó Woollands.

También era común que los crotos llevaran un par de libros en su mono, que intercambiaban en las “ranchadas”. Pero estas historias románticas del croto por elección, no siempre se ceñían a la realidad. La mayoría de los crotos, por el contrario, eran hombres marginados por la sociedad, muchos de ellos inmigrantes, sin familia, solitarios, que recorrían en los trenes los desérticos paisajes de la Argentina. Trabajaban en la cosecha de maíz, que se recogía a mano, y se hospedaban en los galpones donde se guardaba el cereal. “Pero en los tiempos de las crisis económicas, se agregaban miles de crotos nuevos. Pequeños comerciantes arruinados y hombres sin trabajo incrementaban el número. La Policía los llevaba como ganado por las calles del pueblo para interrogarlos, identificarlos, amenazarlos, maltratarlos y dispersarlos. La sociedad los rechazaba: la mayoría no se volvía a integrar”,escribe Hugo Nario en “El mundo los crotos” (Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982).

Un mundo que ya quedó atrás… ahora, la pobreza es tan solo marginalidad, hambre, desolación… reflejo de una sociedad que se fue haciendo pedazos poco a poco.

Pero ese es otro tema y es de tarde, afuera hay sol… y no me quiero deprimir. Solo andar errante por la ciudad… como un croto temporario y de cabotaje.

 

CROTTO, YRIGOYEN Y BERNA, EN LA QUE SE CONOCE COMO LA ESQUINA DE CROTTO.

MEDALLA PARA PROMOCIONAR LA FÓRMULA RADICAL EN LA PCIA. DE BS. AS. (1918-22).

EN ELLA SE VE AL FRENTE A CROTTO, MIENTRAS QUE EN EL REVERSO ESTABA LA IMAGEN DE SU VICE, LUIS MONTEVERDE.

José C. Crotto.

Participante activo en la creación de la Unión Cívica en 1890 y combatió en la Revolución del 90 como jefe de uno de los cinco grupos que integraban la Legión Ciudadana, brazo militar de la Unión Cívica.
En 1891 fue uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical, Junto con Hipólito Yrigoyen. Luego fue uno de los líderes de la Revolución de 1905. En 1909 fue elegido presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Entre 1912 y 1918 fue senador nacional en representación de la Ciudad de Buenos Aires.
En 1918 fue elegido gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Debido a un enfrentamiento personal con el presidente Hipólito Yrigoyen, renunció en 1921. Debido a ello formó un grupo interno en el radicalismo opositor a Yrigoyen, conocido inicialmente como “crottismo”, que a partir de 1924 se sumó a la Unión Cívica Radical Antipersonalista.
Durante su gobierno de la Provincia de Buenos Aires sancionó el Decreto 3/1920 que autorizaba y permitía a los peones rurales a viajar gratis en los trenes cargueros, a los que comenzó a llamarse “crotos”. Con el tiempo la palabra se usó para referirse a las personas sin hogar.
Renunció en 1921 por desacuerdos con el presidente Yrigoyen. El período fue completado por el vicegobernador Luis Monteverde.
José Crotto se instaló como estanciero en la zona de Dolores, donde aún hoy hay un lugar que lo recuerda, la Esquina de Crotto, donde se encontraba una pulpería a la que asistía habitualmente. Se desempeñó también como dirigente de la Sociedad Rural Argentina.
En homenaje a este personaje y a su familia lleva como nombre el apellido la localidad de Crotto y su respectiva estación ferroviaria en la pampa húmeda bonaerense, a unos 26 kilómetros de Tapalqué.

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