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Cuándo el compromiso con las ideas mata a la hipocresía

por JULIO ALBORNOZ

No pensaba escribir sobrte el pensamiento de Cristina sobre el conflicto ruso-ucraniano, pero después de ver el patético espectáculo de ayer en el Congreso Nacional y el caradurismo de Rodríguez Larreta en la apertura de sesiones en la Legislatura Porteña, no me quedó alternativa. Era descargarme en la hoja en blanco… o la posibilidad de una úlcera.

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Realmente me cuesta muchísimo ver que después del payasesco paso de la oposición en la Asamblea Legislativa nadie (o casi) dijese nada. Y no me refiero al patético, premeditado y forzado retiro del PRO mientras hablaba el presidente Alberto Fernández. No.

Me refiero a la repugnancia que me causo ver a las bancadas opositoras de derecha hacer culto a la hipocresía más canallesca al colocar delante de sus bancas banderas ucranianas, como si realmente les importase un cuerno lo que les suceda a las gentes de esos lares. Porque una gran parte de los que portaban las banderitas, eran los mismos que, junto a su jefe político, Mauricio Macri (de esto quedan pocas dudas), avalaron y aún tratan de defender el envío de armas para reprimir el pueblo boliviano, dando legitimidad a un golpe cívico-militar y negándole asilo al entonces presidente (obligado a renunciar y perseguido) Evo Morales, sobre el que se temía por su vida. Basta de ese doble discurso que imponen desde “sus” medios de (in)comunicación y alienación popular. No puedo creer que no condenemos estas conductas donde la mentira permanente y la falsedad son las vedettes de sus políticas. ¿Alguien puede creer aún en sus pantomimas?

Y para colmar el vaso, llegó el (falaz) discurso de Rodríguez Larreta. Si alguien (no argentino, obvio) llegaba ayer a Ezeiza desde el exterior y lo escuchaba hubiese pensado que era el presidente de una ONG verde. Habló de espacios verdes, ciudad inclusiva, políticas de vivienda, educación… cuándo cualquiera que no tenga enconos preconcebidos que lo lleven a votar a un político como él (parece que Buenos Aires está lleno de este tipo de personas9, sabe que no hay parques, ni plazas, que las disfraza con canteros y triangulitos en las esquinas, que todas sus políticas derivan en los negociados inmobiliarios que benefician siempre a los mismos actores, qué no le interesan en absoluto los trabajadores, ni la educación (donde año tras año rebaja el presupuesto y así hoy hay 56000 chicos sin vacantes), ni la salud (en plena pandemia siguió negreando a los enfermeros y médicos), ni las políticas de vivienda social (solo genera condiciones para departamentos ABC1 o para turistas).

Pero siguiendo con este tema de la Argentina frente al conflicto bélico en Europa, Larreta tuvo el tupé de ofrecer la ciudad para “refugiar ucranianos”… algo que no estaría mal si no existieran miles de argentinos en situación de calle pululando por la Ciudad mientras el GCBA se desentiende por completo. ¿Se puede ser tan chanta? ¿Tan boludos resultamos?

Y por eso traigo a la palestra la carta de Cristina acerca del doble estándar que ella atribuía a las grandes potencias pero que yo creo es extensivo a la pobre y dañina oposición que tenemos en el país.

Allí, la vicepresidenta nos interpela al preguntar si “¿Alguien piensa que aplicando o no el derecho internacional según les convenga a los países poderosos del mundo, estamos cuidando la seguridad global y la paz mundial?”,  a la vez que defendió “el principio de integridad territorial”.

Pero lo más interesante es que Cristina Kirchner publicó una serie de tuits que no solo sentaban posición sobre la guerra en el este de Europa, sino que mostraba la coherencia de su pensamiento y sus acciones de gobierno. Así recordó que, en 2014, cuando la península de Crimea era el foco de disputa entre Ucrania y Rusia, Argentina apoyó a Kiev (más allá de la buena relación con Rusia), sobre la base del “principio de integridad territorial, pilar del derecho internacional”. Y también planteó la hipocresía de las potencias occidentales cuando al tratar el caso de Malvinas  aceptaron el referendum de los Kelpers, junto con  (y viene a colación a todos estos temas9 la defensa del organigrama del Consejo de Seguridad de Naciones Unidades, en el que esos países se reservaron bancas permanentes con derecho a veto mientras el resto mantiene sillas temporales. “¿Alguien piensa que con estos privilegios estamos cuidando la seguridad y la paz mundiales?”, concluyó.

Por eso, ofrezco a continuación un hilo de tweets sobre esa coherencia en los hechos de su gestión.

Y finalizó su carta diciendo: “El respeto al derecho internacional junto a la verdad y la coherencia entre las ideas y las acciones no parecen ser atributos de las potencias globales”, comentó. Y concluyó: “Hoy 27 de febrero del 2022, sigo pensando lo mismo”.

Por todo esto me resultó necesario escribir esta nota, como manera de refrescar memorias, a la vez de marcar diferencias sustanciales entre la coherencia de un gobierno con ideales y un rumbo  marcado por esas mismas convicciones, y un grupo de individuos que tan solo los une las ansias de poder, el mantenimiento de privilegios y la fijación eterna del status quo que los define y defienden sin importarles que a la mayoría de sus propios compatriotas esto les signifique desigualdad, hambre, negación de derechos básicos y ninguna expectativa de ascenso social. Ellos mandan, dirigen… ejercen la jefatura que “les corresponde”. A vos tan solo te dejan el pensamiento único (obvio que el que les conviene para sus siniestros fines) y la sensación constante de desánimo y baja autoestima. Así lo hacen desde nuestro nacimiento como nación y, vaya a saber como, lo siguen haciendo con cada vez más éxito.

 

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