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REPORTAJE A JUAN MASCARÓ

Encuentro con Juan Mascaró, uno de los realizadores –junto a Lucas Emiliano García- del filme Bazán Frías, elogio del crimen, estrenado el mes de mayo pasado en el Complejo Gaumont.

La cita en un café del barrio de Almagro, Medrano y Rivadavia.

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PRESENTES Y FUTUROS DE NUESTRO CINE

¿Un amor imposible?

Comenzamos la charla comentando acerca de las –habituales- dificultades para conseguir salas y buenos horarios para estrenar cine nacional independiente en un país que produce más de un centenar de películas por año –gran parte de ellas documentales- y carece de una política de distribución y exhibición. En síntesis: salas y complejos cinematográficos en manos de capitales extranjeros, salas y horarios para el cine –comercial- yanqui & asociados.

Juan Mascaró nos habla de sus comienzos como realizador…

-Empecé a filmar sin saber cine, después si me puse a estudiar, yo estudiaba periodismo y comunicación social, me recibí en el año 2000 en La Matanza. Los primeros trabajos con el audiovisual fueron “informes periodísticos” –uno en Salta con una comunidad wichí- y veía el escaso documental que se exhibía en los años 90…Después estudié en el ENERC, hice la carrera de Montaje, eso fue recién en el 2004. Mientras tanto trabajé con el MOCASE –Movimiento Campesino de Santiago del Estero- hicimos unos quince cortos relacionados con el tema de las luchas por la tierra. Los hicimos con un colectivo llamado Mirada Horizontal. Estábamos integrados orgánicamente al MOCASE…me mandan a Chiapas –México- en el 2009 para un encuentro de comunicadores. En medio de todo lo que te estoy contando ingreso al ENERC…donde estudié cuatro años…Y después la influencia de los colectivos de cine documental de los 90 y después en el 2001 –Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo, Cine Insurgente, Grupo de Boedo, la experiencia de Argentina Arde y toda esa movida tan fuerte- (…) esa época nos formó política y cinematográficamente, se filmaba mucho, decenas de cámaras y micrófonos en las calles, en medio de las luchas, las asambleas populares, los piquetes, las fábricas recuperadas por los laburantes…gentes de todo el mundo que se venían hasta acá con sus cámaras para registrar lo que estábamos viviendo…Y todo se hacía con urgencia…en el mismo día se filmaba y se editaba y salía como el pan…caliente.

Hicimos Arriba los que luchan, sobre la experiencia de Jorge Masetti, la Revolución Cubana, nos llevó cuatro años hacerla y estrenarla en el 2014. Al final de este trabajo me integro a DOCA –Documentalistas de Argentina-, di clases de cine documental en la Universidad Nacional de La Matanza, me terminaron rajando…y fui a dar clases en Tucumán, donde se estaba armando la carrera y no había montajistas…En esos talleres podemos decir que arrancó el proyecto de Bazán Frías…Después viene mi participación en los grupos de realización audiovisual de la Universidad Nacional de Luján, integrados a una red de universidades nacionales, todo vinculado a la Ley de Medios…pero con este gobierno toda la experiencia del CEPA se terminó degradando y ahora depende de una gestión radical-macrista…

¿Cómo se inició el trabajo para hoy estrenar Bazán Frías, elogio del crimen?

-Te contaba que nosotros hacíamos un taller de montaje en Tucumán y propusimos un trabajo que se llamaba “falso documental”, contar una historia inventada, pero con un guion y un lenguaje documental…y ahí aparece un pibe –Lucas García- (…) estamos hablando del año 2014, con unas fotocopias de unas crónicas acerca de un radioteatro que narraba historias acerca de Bazán Frías, todo un mito popular que circulaba por Tucumán. Pero el proyecto no encontraba un norte, aparecía y desaparecía entre varias versiones…hasta que aparece la idea de los presos. Conocimos a una nieta de Bazán Frías –que había escrito una novela-, comenzamos a trabajar con más datos de su vida, sobre la cual no hay demasiado –solo que lo había matado la policía en uno de los paredones de uno de los cementerios de la ciudad de Tucumán- estamos hablando de una historia que transcurre entre 1915 y 1922, año en que lo matan. Ante esta carencia de datos para construir un documental “clásico”, a partir de esta “falta” surge la idea de trabajar con los presos. Hasta ese momento no sabíamos que Bazán Frias es el santo de los presos, aunque de alguna manera un “culto secreto”. Ahí todo encontró un sentido, pasaron ocho meses hasta que conseguimos la autorización del servicio penitenciario para entrar a la cárcel, a través del Ministerio de Educación de Tucumán, gente bastante progre con la que ya habíamos trabajado, y el servicio penitenciario nunca entendió que estábamos haciendo ahí…mientras tuviéramos a los presos “ocupados” para ellos no había drama, mentalidad de todo burócrata…pero los guardias se mantenían siempre cerca, parando la oreja, durante los talleres y ensayos nunca estaban más allá de veinte metros…pero con el paso del tiempo se los notaba “incómodos” con nuestra presencia en el lugar. Después del estreno les jodió que se mostrara la actualidad del tema carcelario, la proyección de la historia en el presente miserable de la institución-cárcel. Nunca tuvimos acceso a los pabellones y mucho menos a las celdas de castigo; a los presos que aceptaron participar se los traía a una sala asignada para el “taller”. Además, tengamos en cuenta que muchos agentes –de las bases de la institución- eran vecinos y/o conocidos de los presos y provenían de la misma clase social. Establecimos y acrecentamos un vínculo muy fuerte con estos muchachos presos, durante todo un año, se lanzaron y se comprometieron con el proyecto de la película muy pronto y a causa de esos lazos de confianza nos mostraron un cierto “orgullo” por el delito. Nos encontrábamos una vez por semana, hubo varios cortes mientras construíamos la película, paramos un par de meses hasta que tuvimos una primera versión que le proyectamos, organizamos una “fiesta” y se coparon mucho, se sintieron actores, dentro del imaginario del cine, se sintieron orgullosos de haber sido protagonistas de una historia, que en gran medida les pertenece.

Delito y rebeldía…

-El precio que pagas por cometer un delito está fuertemente relacionado a la clase social que perteneces. Un empresario que delinque con “guantes blancos” no es castigado de la forma que lo es un pibe de clase social popular que no terminó la primaria. No se trata de levantar el delito como bandera ni hacer de él un ejemplo, pero si reconocemos cierta rebeldía en el hecho de rechazar –aunque en forma fallida- cumplir con un destino al que te condenan en estas sociedades. También hay matices, delitos y delitos, hay una fuerte transformación en las formas de delinquir, rupturas de códigos –el robarle a un igual, en el mismo barrio- a partir de los años 90…los ricos y poderosos se han blindado, habitan barrios cerrados con sofisticados dispositivos de vigilancia…Hoy es imposible robar a lo “Bazán Frías” para repartir entre los pobres… (Recordamos la excelente “docunovela” de Cristian Alarcón sobre el Frente Vital, Cuando muera quiero que me toquen cumbia).

Bazán Frías comenzó a delinquir por necesidad, para poder comer, además no nos olvidemos de un fenómeno central en estas nuevas sociedades capitalistas, la glorificación y promoción constantes al consumo, lo que compras es lo que vales y lo que sos…zanahoria y palo…Nos dimos cuenta que hay jerarquías en el ejercicio del delito y se tiene en cuenta el valor, el coraje en ciertas formas de desafiar la ley…no todos pueden ser ladrones de bancos, aparecen entonces acciones consideradas como “delitos justos” o “delincuentes justicieros” –emparentados de alguna manera a los anarquistas expropiadores o a los vindicadores-. En el Tucumán de Bazán Frías el anarquismo se mantenía fuerte entre las organizaciones obreras. Violentar la ley injusta para lograr establecer la igualdad social, incluso a partir de un accionar individual, lo que parece una “quimera”…Personalmente, no creo en la idealización del delito.

En cuanto a tu pregunta sobre el papel transformador de nuestra película en la realidad dominante…creo que es humilde. Los cines militantes de los 60 y 70 al igual que muchas vanguardias de comienzos del siglo XX idealizaron este tema de la influencia decisiva del cine en el despertar de las conciencias y la transformación radical de las sociedades. Aún así, podemos dar fe de las repercusiones de la exhibición y distribución de este trabajo fuera de los circuitos dedicados al cine militante, al ser visto y discutido incluso entre públicos cerrados a este tipo de temática y con conceptos adquiridos, sobre todo a partir del discurso inyectado desde los medios masivos de comunicación.

El cine como posibilidad de parar la maquinita y ponerte a pensar acerca de estas u otras realidades, desarmar un régimen de mirada impuesto desde el mercado. La película se está mostrando por todo el país, donde aún quedan pantallas, ante públicos muy diferentes, que comparten o no nuestras miradas…y esto es bueno que así sea.

Notas: https://www.academia.edu/32352521/El_cine_latinoamericano_y_los_bandidos_sociales?fbclid=IwAR1K-OHPsIrE2HXbn9JvHyDAIR03AY-Tv9sPVnCk0J4UWzps7wmKOQ9L7DE

Por LUIS CRUZ para Urbanave

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