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Piedra libre a los 25000 del dengue…

A PESAR DE LAS CIFRAS ALARMANTES DE LA EPIDEMIA, LOS MEDIOS SIGUEN HACIENDO OIDOS SORDOS Y OCULTANDO LA DESIDIA DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD.

Ya se superaron los 25 mil casos de dengue en todo el país, dando la razón a Ginés González, ministro de Salud de la Nación acerca de su preocupación por esta epidemia ninguneada por los medios concentrados que marcan la agenda informativa. El número de casos sospechosos es diez veces superior a los promedios de igual mes de 2019 y nos iguala a naciones como Pakistan, India u Honduras.

Superados largamente los 25 mil casos de dengue confirmados en la Argentina, y con un pronóstico de casos que presentan sospecha de haber contraído la enfermedad diez veces más alto que en igual período del año pasado, solo resta en este momento hacer prevención y esperar el invierno, que es donde las larvas del mosquito no pueden desarrollarse.

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Según datos oficiales del Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, a mediados de marzo se dio el pico de notificaciones del brote, a partir del cual comenzó a descender.

Los lugares más comprometidos son paradójicamente dos reductos del PRO-Cambiemos: la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Jujuy. Esto no ofrece una gran sorpresa teniendo en cuenta el poco apego a la salud pública de las administraciones de la alianza, que en cuatro años pulverizaron una gran parte de la infraestructura (por abandono paulatino y desgaste sin mantenimiento) y el personal (por achique de la estructura de empleados estatales para dar lugar a puestos gerenciales muy bien pagos, ofrecidos a adeptos y amigos).

Volviendo a la situación a nivel nacional, durante el transcurso de esta temporada 2019/2020, que comenzó en septiembre del año pasado y se mide hasta mediados de abril de este 2020, siempre según el Boletín Epidemiológico “se registraron 22.320 casos de dengue sin antecedente de viaje, otros 1.475 casos con antecedente de viaje a otras jurisdicciones o localidades que no se hallan en brote, y 1.969 casos confirmados y probables en investigación epidemiológica”, llevando hasta el momento a la cifra de infectados a 25.764 personas, a las que hay que agregar los casos sospechosos en seguimiento que terminen derivando en positivos.

Como parte de la poca importancia asignada al dengue por la prensa dominante (con el correlato de desconocimiento e indiferencia ciudadana), la epidemia solo fue visibilizada en el caso de la Ciudad por los medios de proximidad como Urbanave. La consecuencia más a la vista de ello fue que la famosa “curva” de casos confirmados tuvo -a diferencia de la “aplanada” del coronavirus- un crecimiento exponencial desde comienzos de febrero hasta mediados de marzo.

Para tener una idea de ello, en la región “centro” del país (Provincia y Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos), durante la primera semana de febrero fueron registrados algo más de 500 casos, mientras que, solo un mes después, el número ya era superior a los 3.500 contagios.

Además, el Ministerio informó que las notificaciones con sospecha de dengue registradas en la temporada 2019/20 fue de 52.594, unas 6 y 8 veces más de lo notificado en las temporadas 2018/2019 y 2017/2018. Más llamativo aún es el promedio de notificaciones de las últimas tres semanas: unas 5.600 notificaciones, casi diez veces el promedio de idénticas tres semanas de la temporada 2018/2019. Resta confirmar el diagnóstico de algunos de los casos sospechosos, por lo que la cifra de casos confirmados podría elevarse.

En el caso particular de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), el mismísimo gobierno porteño difundió en su Boletín Epidemiológico que los casos confirmados de dengue ascendían a 5.909 hasta abril de este año, un 23 por ciento del total del país. Para peor, el 95 por ciento (94,8% para ser exactos) de los pacientes infectados no había viajado a otra zona con circulación viral, por lo que el contagio es local, lo que significa que el mosquito está entre nosotros, afincado, y es necesaria una campaña para erradicarlo o llevarlo a una mínima expresión, para que el próximo año el panorama no sea aún peor (más teniendo en cuenta que la reinfección es mucho más dañina y peligrosa). La curva de contagios en la ciudad pasó así de 200 casos a principios de febrero, a más de 2000 en mediados de marzo.

En Jujuy mientras tanto, la cifra de infectados (con un registro del Ministerio de Salud Provincial mucho más dudoso que el empleado en CABA) lleva registrados 2.544 casos de dengue, constituyendo el brote más importante de su historia, concentrando los casos en seis localidades, donde rige la emergencia sanitaria. Todo un record del virrey jujeño, quien llevó a la salud pública a niveles deplorables. Los hospitales del interior se ven desprovistos de todo tipo de insumos, se encuentran en situación precaria e incluso las urgencias son trasladadas al nosocomio capitalino, que prácticamente se encuentra desbordado. Además, la falta de profesionales por los salarios de miseria, la pésima situación edilicia y la falta de la más básica inversión, empeoran mucho más el panorama.

Por ello, Jujuy es la segunda provincia del país con mayor incidencia de dengue por habitantes detrás de Misiones, que registra “la mayor incidencia acumulada del período con 236,5 casos por cada 100 mil habitantes”, según el Boletín Epidemiológico nacional. Detrás de Misiones y Jujuy, se encuentran La Rioja, con 198,5 contagios, y CABA, con una tasa de 158 casos por cada 100 mil personas.

Es realmente patético que la ciudad más rica del país sufra de una epidemia para la cual no son necesarias monumentales inversiones, las que no van más allá de una genuina campaña informativa en todos los medios gráficos y audiovisuales en general, el descacharro fomentado y ayudado por el gobierno porteño, y una dirección del problema enfocado en prevenir y tratar de controlar lo más posible la proliferación del mosquito. Recursos no faltan, solo la voluntad política para hacerlo. Hay que hacer entender al ejecutivo que necesitamos menos bicisendas, menos metrobuses, menos baldosas… y más educación y salud pública.

Por JULIO ALBORNOZ para Urbanave

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