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Rechazo de vecinas y vecinos a la patraña de la “calle verde” del GCBA.

por CARLOS CRUZ

El Gobierno porteño busca achicar el ancho de la calle Castro, entre las Avenidas San Juan e Independencia, para colocar pasto. Además de la indignación por tratar de “sumar” espacios verdes que tan solo sirven de maquillaje y para la estadística tramposa que considera a bulevares, macetas y hasta cementerios, “espacios verdes”, los vecinos también aseguran que va a haber caos vehicular en una de las pocas calles que alivia el tránsito hacia el norte y que desemboca en Venezuela para hacer correr el tránsito por Castro Barros y desde Belgrano, viajar al centro o bien doblar en Maza o Virrey Liniers para continuar viaje hacia el norte, lo que alivia a las ya atiborradas Colombres y Quintino Bocayuva .

El recientemente conformado colectivo barrial “No destruyan Castro” protesta todos los miércoles con semaforazos debido al más que discutible plan “Calles Verdes”, que lleva adelante el Gobierno de la Ciudad, y al que no pocos consideran una forma de trampear estadísticas para mostrar mayores espacios de este tipo (que en realidad no lo son porque no cumplen casi ninguna de sus funciones), en vez de fomentar verdaderos parques mientras que los pocos espacios que posee la ciudad son vendidos al capital privado para alentar proyectos de desarrolladores, que no son otra cosa que especulación inmobiliaria. Para peor, al ver los números de este tipo de acciones, lo primero que viene a la mente es por qué no utilizan ese dinero en mejorar los alicaídos hospitales porteños o hacer mantenimiento de las escuelas de la ciudad, en especial las del sur que son las más abandonadas.

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Y la resistencia de los vecinos de Boedo es la misma que tuvo el “parque lineal” de Caballito, que finalmente fue frenado por la justicia.

Ahora, Larreta y sus ministros buscan reducir la calzada de tres cuadras de Castro para hacer allí “veredas verdes”, a lo que los habitantes de esas cuadras y vecinos en general responden que solo generará “caos de tránsito” y que la obra es solo una “estrategia de marketing verde” de las que suele hacer el ejecutivo porteño. Desde la oposición en la Ciudad,  ya presentaron pedidos de informes en la Legislatura sobre el plan oficial que se quiere poner en marcha.

Este desaguisado de las llamadas “calles verdes” había sido anunciado por Larreta en la apertura de sesiones legislativas, donde el jefe de Gobierno había señalado que iban a avanzar con “… el Plan Nuevas Calles Verdes, que va a generar espacios verdes en diez calles de distintos barrios”. Ante la sorpresa y el desconocimiento que había del tema, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana ratificó el plan oficial y la información comenzó a llegar a cuenta gotas a algunas de las comunas apuntadas para llevar adelante las obras.

En la Comuna N°5 (Almagro-Boedo), los rumores originales solo fueron confirmados cuando el 28 de mayo el proyecto “Castro Verde” se presentó de forma oficial ante el Consejo Consultivo.

“El proyecto es ridículo. Se quiere ejecutar en Castro, desde Avenida San Juan hasta Avenida Independencia. Tres cuadras donde quieren sacar tres de los cuatro carriles de la calle para poner césped e incorporarlo a la vereda. No solo va a ser pésimo para el tránsito sino que afecta también el estacionamiento en un momento en que una cochera no solo sale ocho mil pesos, sino que ni siquiera alcanzan las pocas que hay”, nos dice Soledad Gioia, del colectivo “No destruyan Castro”, los que llevan adelante los semaforazos desde que comenzaron en mayo los rumores de esta obra, si es que así se le puede llamar.

Según los vecinos reunidos en la protesta, el proyecto generará problemas de tránsito al anular la única calle que lo alivia (además de la ya saturada Quintino Bocayuva) desde Avenida La Plata hasta Castro Barros. Para peor, en el tramo a intervenir hay una escuela (entre Carlos Calvo y EE.UU), a una cuadra un Geriátrico (donde paran permanentemente ambulancias) y ni hablar de los espacios de estacionamiento perdidos. Ni siquiera llegarían para los frentistas, aún cuando se anotasen para asegurarse un lugar.

El caso de Castro es casi calcado del parque lineal de Caballito, en Honorio Pueyrredón. Allí también hubo protestas de vecinos por las ocho cuadras que pretende cercenar, a la vez que la calle tendría una sola mano. Otro mamarracho de tránsito.

Pero los parecidos entre ambos casos también se ve reflejado en el aspecto judicial. En el caso del proyecto de Honorio Pueyrredón fue frenado en tres instancias por la Justicia, que sentenció que, al tratarse de lo que el Código de Tránsito y Transporte califica como “calle de convivencia”, el cambio de usos debió haber sido aprobado por la Legislatura. Mientras tanto, en Castro tampoco hubo intervención de los legisladores, y los vecinos y vecinas aseguran que ni siquiera cuenta con un estudio de impacto ambiental, y menos de tránsito. Con todo esto, a fines de mayo hubo algunas reuniones con funcionarios del GCBA, pero estos tan solo escuchan sin contestar las preocupaciones de los vecinos del barrio.  “Son Zooms para mostrar que hubo participación pero no avanzamos ni nos responden nada”, afirma Gioia, quien es además paisajista, y sabe que “el proceso participativo de proyectos que incluyen paisaje en espacio público tiene que tener otras características, porque no comprenden solo el césped que se va a poner. Boedo tiene sus particularidades en el modo de vida y es uno de los pocos barrios que tienen conservada su arquitectura, con edificios patrimoniales, calles de adoquín o pasajes. La forma en la que se vive en Castro es una forma muy de barrio y esto cambia los modos de vida”. Por todo esto, el colectivo junta firmas y prepara una acción judicial para intentar frenar el proyecto cuando se anuncie la fecha de inicio de las obras. 

Mientras, en la Legislatura, Javier Andrade, legislador del Frente de Todos (FdT) y presidente de la Comisión de Descentralización Y Participación Ciudadana, presentó un proyecto para que se convoque a audiencia pública comunal por la obra de Castro, mientras que la Comisión de Espacio Público ya dictaminó un pedido de informes sobre el “Plan Calles Verdes” en general. Este último pedido fue presentado por Berenice Iáñez (FdT), quien señaló que “las instancias de participación y la información que se les da a los vecinos están siendo de manera irregular”. 

El comunero Hernán Gorreta, uno de los pocos que pudo seguir desde adentro la sesión aseguró que “en la Comuna 5 necesitamos espacios verdes de verdad y no canteros. Más cemento con algo de pasto que provocará caos vehicular, es solo maquillaje”. A su vez Gioia insistió desde su óptica de paisajista que “… esto no es verde, es greenwashing, una estrategia de marketing verde que simula ecología cuando no lo es. Sumar césped a las veredas no aporta ningún beneficio ecosistémico a Boedo, uno de los barrios con menos espacios verdes por habitante”.

Los vecinos y vecinas de Boedo tienen otras propuestas mucho más realistas para mejorar la situación de un barrio que tiene una sola plaza y la irrisoria cifra de 0,2 metros cuadrados de espacios verdes por habitante. Y la más importante, en la que viene trabajando también la Comunera Maru Acuña, es crear espacios verdes en los múltiples lugares ociosos entre autopistas y, en menor medida, en predios abandonados que también resultarían de utilidad. Hacer una vereda verde en una calle con arbolado completo como Castro, mientras que en Carlos Calvo tan solo hay tres árboles, parece la idea de un tipo que jamás pisó el barrio. No se entiende para que tienen mayoría en las comunas porque si no no se comprenden estas cosas… salvo que el gris tiña a toda esta propuesta de “veredas verdes”, algo que a esta altura no sabemos si el nombre se refiere al pasto a sembrar o a los dólares que van a ganar quienes se alcen con las inútiles obras que propone.

Por ahora, los semaforazos de los miércoles siguen… te esperamos el 29 entonces, tan solo va a haber reclamo, los ñoquis encargalos en el ejecutivo porteño.

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