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Café amargo

Por JULIO ALBORNOZ

Con una mezcla de risa y sorpresa volví a recibir la propuesta del ejecutivo porteño de “ir a tomar un café con Horacio”. Horacio, no es otro que Rodríguez Larreta, pero, según versan los manuales de marketing del PRO, hay que llamar a los funcionarios por el nombre de pila para empatizar con la gente… hacerlos más cercanos, más “humanos”.
Desde hace varios años que Rodríguez Larreta utiliza estos cafés para hacer política y, si la idea concluyera en esto, no me parecería mal. Pero el problema surge cuando vemos cómo va cambiando la matriz del mentado cafecito y los métodos que emplea para lograr la invitación.

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Originalmente, allá por 2018, los cafés eran como quien dice, con entrada libre y gratuita. Pero la cosa se puso espesa cuando en varios de estos encuentros hubo gente que lo repudió o simplemente “vecinos” (como los llaman ellos, yo prefiero más “ciudadanos”) que le hicieron reclamos incómodos al jefe de Gobierno Porteño.

Esto motivo que ahora, la invitación no sea tal ya que para acceder al negro brebaje con Larreta, hay que dar nombre y apellido, DNI, email, celular, dirección, y, además, explicar “por qué te gustaría tomar un café con Horacio”. Si a vaya saber quién, y revisando vaya saber qué base de datos (¿sigue la costumbre del espionaje?), se le ocurre que sos apto para desayunar con el alcalde, recién ahí, te dicen día, horario y lugar del evento. Pasas a ser un elegido. Un vecino digno de hablar con el jefe y degustar el café con leche con medialunas (¿se podrá pedir un tostado?)

La campaña, que se difunde en redes sociales, a través del teléfono o por correo electrónico, muestra a un Larreta extasiado con el contacto directo, expresando que “… cada charla que tengo con los vecinos es una nueva oportunidad para seguir mejorando la Ciudad juntos. Por eso, esta semana vuelvo a Almagro y me gustaría que tomemos un café porque quiero escuchar lo que pensás y que me cuentes todo lo que creés que podemos hacer para que el barrio se siga desarrollando”.

Pero la realidad indica que son charlas con “elegidos” que solo sirven a fines electoralistas o de imagen. Cuando realmente en estas charlas se invitó libremente a ciudadanos porteños, eran comunes los reclamos sin respuesta, las “huidas” de las reuniones y las respuestas agresivas ante los cuestionamientos.

Porque la marca de agua conque Larreta edificó su manejo del ejecutivo porteño dice otra cosa. No le interesó que la ciudadanía se presentara masivamente en contra de la venta de los terrenos de Costa Salguero, la Costanera Sur o las múltiples “excepciones” para edificar edificios que solo sirven a desarrolladores y especuladores inmobiliarios. ¿Modificó su postura? ¿Escucho el clamor popular? Nada de eso. Entre gallos y medianoche, de manera más que silenciosa, hizo que la Legislatura (que domina a placer) se cagara en la gente y aprobara el engendro. Lo mismo corrió para el reclamo de los enfermeros en plena pandemia, a los que hizo apalear con la policía, la UNICABA, o el último proyecto nefasto de la obligación de los alumnos de la ciudad a realizar “actividades curriculares” en empresas, que no es otra cosa que mano de obra gratis para empresarios amigos. Si total, no hay medios que lo ataquen… son todos (o casi) amigos… y la billetera es muy grande.

Para Larreta no corre la escribanía, por más que haga y deshaga con la Legislatura, usando la Constitución y las leyes de la Ciudad de servilleta por no decir algo más subido de tono, pero que graficaría mejor la situación. Para Majul, Lanata, Viale, Novaresio, Canosa, Morales Solá, y siguen las firmas, el tipo va a seguir siendo un demócrata amante del diálogo (aunque defeque en él) y el republicanismo (aunque la división de poderes solo sirve si le hacen caso).

Por lo menos, por el café recibió una denuncia por “extorsión” y “malversación de caudales públicos”, ya que usa para las “invitaciones” la base de datos relevados para el operativo de vacunación porteño. Una joyita el tipo… pero no hay drama, el TSJ (la Corte porteña) también es de ellos.

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