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LARRETA Y SU LABERINTO…

COMO SURFEAR LAS OLAS GIGANTESCAS QUE EL PASADO LE COBRA Y EL PRESENTE LE IMPONE EN SU CARRERA PARA SER CANDIDATO EN 2023

Horacio Rodríguez Larreta afronta en este momento un desafío inesperado aferrado a dos prioridades: que la epidemia de Dengue llegue al invierno sin que se descontrole y haga imposible cualquier tipo de protección mediática, y que no le estalle la pandemia de Coronavirus en la Ciudad de Buenos Aires y se note el descontrol sanitario al que sumieron a la ciudad las gestiones del PRO.

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Lo primero es muy factible ya que el invierno está próximo y con temperaturas inferiores a los doce grados, los huevos del mosquito transmisor no fecundan y la cuestión se pincha hasta el año siguiente. Lo que haga de ahí en más para tratar de librar a la ciudad de una nueva epidemia en el verano de 2020-21 es otra cuestión…

Para lo segundo, Larreta trata de movilizar los deteriorados recursos con los que cuenta luego de las tres gestiones del PRO que desfinanciaron por completo a la salud pública, haciendo que por ello los hospitales estén en mal estado, con menos personal del necesario y con pésimos salarios para los trabajadores de la salud que aún subsisten en ellos, con CeSACs (centros de salud y acción comunitaria)en estado deplorable con una función más propagandística que de medicina ambulatoria y/o preventiva, pero fundamentalmente… contradiciendo a los halcones de su propia partido para marchar codo a codo con el Gobierno Nacional y así prevenir desastres (y en el peor de los escenarios) repartiendo responsabilidades.

Así dadas las cosas, gran parte de la gestión de la crisis ha consistido en evitar que se propague a mayor velocidad un virus que, de por sí, es altamente contagioso. El control de la cuarentena y la promoción de la prevención han sido hasta aquí los ejes centrales de la acción pública, junto con el refuerzo de capacidades críticas del sistema de atención de urgencias, en previsión del pico de la ola epidémica. Para ello Larreta no dudó un segundo en “acompañar” al presidente, exhibiéndose públicamente a su lado consensuando decisiones.

Hasta permitió que su Ministro de Salud contraríe los intereses de los otrora intocables sistemas privados de salud, causando urticaria en más de uno de sus votantes. Y así, Fernán Quirós habló y actuó desde la razón y el sentido común y dejó en claro que ante una emergencia del tamaño de la pandemia que combatimos, todos, absolutamente todos los recursos existentes deben estar al servicio del interés colectivo y se deben alejar de la lógica neocapitalista donde manda el lucro por sobre el bien común. Y así adhirió a la política del Gobierno Nacional que dicta que solamente el Estado es capaz de conducir al conjunto social en una crisis como la actual, mal que le pese a los idólatras del libre mercantilismo.

En la caja del debe hay que decir que el Gobierno de la Ciudad no supo ver y anticipar la vacunación antigripal para que el invierno tan temido le agregue problemas, ante la posible dificultad de distinguir los diagnósticos, abarrotando al sistema de salud. En otros distritos, la autoridad sanitaria local tuvo la inteligencia de aprovechar la oportunidad para llevar a cabo un operativo de vacunación antigripal, adelantando varios casilleros el mecanismo de prevención de complicaciones ante el coronavirus. En la ciudad, lamentablemente, se atrasó demasiado la oportunidad.

En el apuro por actuar, ciertas desprolijidades, y faltas de control ante la urgencia, generaron hechos desgraciados como el de los barbijos, donde un sorprendido y confundido Larreta, no supo explicar (su Jefe de Gabinete tampoco arrojo luz sino más bien mayores sospechas con su respuesta dubitativa que solo buscaba terminar con el mal momento) como la ciudad había pagado sobreprecios del 120% ($77 lo que valía menos de $35) en el caso de los productos nacionales y del 410% ($3000 lo que vale $755) en los importados. Para peor, la compra se hizo con la autorización de un hombre del riñón del Jefe de Gabinete, Felipe Miguel. Se trata del Subsecretario de Administración de la Salud, Nicolás Montovio, quien autorizó la compra por 45 millones de pesos a favor de una empresa donde Rodrigo Miguel, hermano de Felipe, el Jefe de Gabinete de Larreta, tiene una relación estrecha con Ignacio Sáenz Valiente, director de la beneficiada Green Salud S.A., quién además -como frutilla del postre- es director del Grupo Clarín y de Telecom.

Resulta que Montovio autorizó -puso el gancho, bah- el 30 de abril la compra de 5 millones de barbijos a la empresa E- Zay por 340 millones de pesos, con un costo unitario de 68 pesos. A su vez, el 3 de abril firmó otra resolución en la que avaló la adquisición de un millón de mascarillas a Amicibro a un valor de 77 millones, es decir a 77 pesos cada uno. Las propias empresas reconocen que, tanto E-Zay como Amicibro se dedican a venta de insumos de informática, y declararon en los expedientes administrativos que se los comprarían a la empresa Dimex cuya razón social es Cinmor y que se encuentra en el Barrio porteño de Parque Chas.

A la vez, Montovio había ya contratado a Dimex (Cinmor) con anterioridad. En efecto, el 6 de abril a la fabricante Cinmor barbijos, camisolines, cofias, botas y mamelucos de un solo uso. En la última compra hecha por la ciudad a la empresa fabricante, los barbijos costaron 35 pesos cada uno. Montovio también firmó esa operación.

“Al ser un proceso de contratación directa, el gobierno porteño decidió invitar a estas empresas intermediarias. Resulta inexplicable porque el gobierno no invitó a la empresa Dimex, en vez de hacerlo con firmas que se dedican a la computación. Si el gobierno en vez de comprar a E-Zay compraba a Dimex habría ahorrados 165 millones de pesos. Y en el caso de Amicibro, el ahorro hubiera sido de 42 millones de pesos”, dijo a Urbanave Jonatan Baldiviezo, coordinador del Observatorio por el Derecho a la Ciudad.

A diferencia de la situación nacional, donde se separó a los responsables de la compra de alimentos que había sido cuestionada por contener sobreprecios, en la Ciudad no habrá purga de funcionarios ni sumario administrativo alguno, porque sostienen el pobrísimo argumento ante las evidencias que “la compra cumplió los estándares legales correspondientes” y tratan de convencer afirmando que “no existió sobreprecio”. Lamentable ante la claridad de la denuncia, y la falta de ética por contratar a la empresa de un ex funcionario de Macri, relacionado con el multimedio Clarín. La oposición, mientras tanto, busca realizar un pedido de informes que se calcula puede correr la suerte de cajonearse ante la mayoría casi automática que los vecinos de Buenos Aires decidimos regalarle al PRO. Los medios cumplirán su parte, y silenciarán en su mayoría la noticia prontamente, volviendo a las fakes news, la miserabilidad y la irresponsabilidad, con la que buscan minar el fuerte acompañamiento con que cuenta el ejecutivo de Alberto Fernández.

Hablemos de política

En cuanto a lo estrictamente político, es un secreto a voces que Rodríguez Larreta (quien a fin de su mandato no puede ser reelecto) quiere ir por la presidencia, chocando de esa manera con los que desean buscar el retorno del hoy impresentable Mauricio Macri. A sabiendas que su antiguo jefe y hoy oponente cuenta aún con una considerable cuota de poder (dentro del PRO y en ciertas capas de la sociedad), trata de no dar pasos en falso y asegurarse la pole position con la que hoy cuenta.

Por todo esto, se constituyó un claro proceso de diferenciación al interior de Juntos por el Cambio. Mientras que el macrismo residual busca reavivar viejas formas de hacer política basura, organizando cacerolazos contra Alberto Fernández, o despachar sin aviso previo alguno un contingente de turistas extranjeros desde Jujuy, o presionar a través del círculo rojo para abrir la cuarentena sin importarle un bledo la salud pública con tal de sacar rédito político del asunto, los que se encolumnan detrás del Jefe de Gobierno Porteño (Mariu Vidal con bajo perfil por ahora entre ellos) buscan por todos los medios dar una imagen de responsabilidad, mostrando desde lo discursivo y lo fáctico que con la Nación y la Provincia de Buenos Aires forman “un solo equipo” para superar la crisis. Una crisis en la que aún no se avizora la salida, a la que se suma una crisis económica y social con muy pocos (o ninguno) precedentes en la historia nacional. Crisis de la que Larreta se sabe en gran parte responsable, y en la que opta por tratar de quedar fuera de foco en el reparto de responsabilidades.

Haciendo por ello buena letra, acompaña acciones conjuntas, como la confluencia de la banca pública hacia la baja de los intereses para el financiamiento del capital de trabajo de las pequeñas y medianas empresas, de la que el Banco Ciudad es un actor muy importante, alineándose con las políticas nacionales desplegadas desde el Banco Central.

Todos estos acontecimientos generaron una grieta en el espacio que antes lideró Macri y donde hoy está seriamente cuestionado (hasta su propio primo, Jorge Macri, lo hace). Grieta cuya amplitud en el tiempo y profundidad en los cimientos de la coalición opositora, recién comienza a ser visible y habrá que esperar para sacar otras conclusiones, de acuerdo a como se vayan dando los movimientos de ambos contrincantes.

Por ende, Rodríguez Larreta sabe que debe gestionar lo mejor posible su distrito, que es una gran vidriera nacional, minar la posibilidad del regreso de Macri, mostrándolo como extemporáneo, e imponerse en la interna del partido, hoy fragmentado en múltiples partes que solo comparten una nimia historia común, que no todos quieren recordar y de la que otros tantos ya comienzan a querer sacudirse de su imagen pública pegando el salto a otros lares.

El tiempo dirá. En contra, Larreta cuenta con su historia de funcionarios de la Alianza y del PRO, dos gestiones en las que el país fue devastado en muy poco tiempo. A favor… la poca memoria de los argentinos (más aún de los porteños). Todos saben que en la Argentina no hay muertos políticos… solo desmayados. Y así nos fue…

Por JULIO ALBORNOZ para Urbanave

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